sábado, 15 de diciembre de 2012

MUSEO DEL EJÉRCITO. Toledo.

Yacimientos arqueológicos en el Alcázar. Vista desde la escalera interior de acceso. Museo del Ejército. Toledo.
Hace unos días satisfice unas expectativas levantadas hace mucho tiempo: visité el Museo del Ejército en su nueva sede de Toledo. Los aires de renovación del museo instalado en el Salón de Reinos y estancias circundantes del antiguo Palacio del Buen Retiro vienen desde bastante antiguo. En los finales de los 80 tuve ocasión de ver un proyecto arquitectónico para la nueva sede que se proyectaba construir detrás del edificio del Antiguo Ministerio del Aire en Moncloa. Poco recuerdo de aquel proyecto de edificio a excepción de que era de nueva planta, tenía elementos semienterrados, no sobrepasaba cierta altura (el edificio del Ministerio del Aire estaba muy próximo) y parecía muy funcional y adaptado a lo que se esperaba de un museo de nuestra era. Parecía que el edificio (que me perdone su autor pero no lo recuerdo) tenía el propósito de concluir con la visión romántica que en esa época ofrecía el museo, por otra parte muy común en muchos museos españoles. La época de las renovaciones estaba cerca pero aún no había llegado.
Poco después el edificio del museo empezó a engrosar los proyectos de ampliación del Museo del Prado, desechadas las del Hospital General (hoy museo Reina Sofía ) y del palacio de Villahermosa (hoy Museo Thyssen-Bornemisza). El nuevo Prado incluiría los restos del antiguo Palacio del Retiro ( Salón de Reinos y Casón, además de las ampliaciones en los Jerónimos y el edificio de Villanueva). Las expectativas aparecieron de manera incontrolada. El Museo del Ejército se traslada al edificio del alcázar de Toledo por anuncio expreso del presidente Aznar. Allí abrirá el 19 de julio de 2010. Han pasado catorce años.
Vista de Sala dedicada a la Guerra Civil. La exposición va alternando documentos del bando republicano y del bando franquista. Museo del Ejército. Toledo.
En este intermedio que algunos sociólogos dicen corresponde a una generación por la rapidez de los acontecimientos (tradicionalmente se entendía tras el paso de 30 años), el panorama museístico español y mundial da un vuelco sin precedentes. El público acude a los museos de forma masiva y se reinventan tanto la técnica museográfica como las concepciones museísticas. Las presentaciones ambientales, muy agradables de ver pero cargadas inevitablemente de sentido que no siempre se comparte, van dando paso a presentaciones más asépticas que solicitan mayor participación del visitante y, por qué no decirlo, mayor esfuerzo. En el mundo de los museos de arte se dan con más frecuencia los discursos de tipo temático (relegando a segundo término la ordenación cronológica), en los que los objetos funcionan como ilustradores de conceptos, aunque hay que reconocer que como ilustradores a veces singulares y extraordinarios. En el mundo de la historia se comienzan a exponer discursos un poco más genéricos que superen la incomodidad de acontecimientos puntuales sufridos de diferente manera por sus protagonistas y sublimados en uno u otro sentido por sus descendientes.
Paneles dedicados a la historia de Alemania durante el período de poder de Hitler. En estos papneles se resume la información sobre Hitler y los judíos de forma explícita en todo el museo. Museo Judío. Berlín.


Para el que esto escribe el Museo del Ejército se hizo muy presente cuando visitaba otro museo de memoria histórica controvertida: el Museo Judío de Berlín. Este museo promovido y patrocinado en gran parte por las autoridades berlinesas y alemanas, concebido magistralmente por un arquitecto descendiente de judíos polacos, ganador de un premio internacional con un discurso agresivo aceptado por esas autoridades alemanas, matizado por el autor en su proyecto definitivo por la imagen poética de sustituir la realidad del holocausto por la imperiosa necesidad de llenar el vacío provocado por la ausencia, este museo, repito, da para mi las pautas de la superación de algunos problemas enquistados con una fórmula sencilla: aceptación de los otros y respeto a los mismos.
Ahora ya he visitado el nuevo Museo del Ejército. Solo tres horas de visita pero algo se puede deducir. Lo primero es que se entra por un edificio nuevo, el museo. E inmediatamente se hace evidente el nuevo concepto como se puede ver en la ilustración: El estudio del edificio se hace en su discurso histórico completo, desde los yacimientos arqueológicos más antiguos a nuestros días.
Vista de pasillo de transito dedicado a la propaganda durante la Guerra Civil. Museo del Ejército. Toledo.
Un vez dentro pasamos por zonas temáticas y por un recorrido histórico pensados desde la exposición en intimidad: pasillos estrechos que propician la visualización individualizada o grupos muy pequeños (por cierto, los grupos escolares supondrán problemas de seguridad), parquedad en los textos aunque abundante presencia de audiovisuales y ampliaciones a iniciativa del visitante. El recorrido histórico también está pensado desde la generalidad, la visión de conjunto, la asepsia y sobre todo, desde el punto de vista de los ejércitos como servicios del Estado, tan vulgares y necesarios como Hacienda, la Seguridad Social y, por qué no, el Sistema Español de Museos.
Este es el Museo del Ejército que estaba instalado en Madrid pero tiene otro discurso y otro concepto. Y están bastante bien.

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