martes, 26 de abril de 2011

SANTUARIO DE ARÁNZAZU

Francisco Sáenz de Oiza y Luis Laorga. Vista general del santuario, 1950.  La iconografía y elementos simbólicos de la fachada se deben a Jorge Oteiza.
 El viaje estuvo motivado por el Museo Oteiza, en los alrededores de Pamplona, pero terminó en Aránzazu buscando alguna de sus obras más emblemáticas. Por añadidura encontré algunos de los planteamientos artistico-religiosos de modernidad más interesantes de mediados del siglo pasado en los que participan varios de los grandes del informalismo. Recomiendo informarse con detalle.
Cuelgo fotos para presentar el discurso de forma exclusivamente visual.
Solo una apostilla-recomendación para los fotógrafos de arte: siempre hay que llevar todo el equipo. La cámara grande, el gran angular, el teleobjetivo, el trípode son necesarios en cualquier momento. Este era uno de ellos. Habrá que volver
Jorge Oteiza. Apostolado (Fachada principal), 1953. Son catorce apóstoles (porque había sitio para 14, pero podrían ser más) en palabras del propio Oteiza resueltos como remeros de una trainera. El timonel a nuestra derecha cortado por las sombras.
Jorge Oteiza. Pietá (Fachada principal), 1968-69. Entre el planteamiento de la iconografía y su forma de la fachada en 1953 y su definitiva resolución en 1969, el dilema de la modernidad en el arte interior español.
Eduardo Chillida. 2 de las 4 Puertas de la fachada principal, 1954.
Francisco Sáenz de Oiza y Luis Laorga. Vista interior de la iglesia, 1950. La modernidad invade todo el recinto, sin embargo es una estructura plenamente medieval, en parte condicionada por la antigua iglesia y sobre todo por desarrollar el concepto de actualización sin ruptura solo accesible a quien intenta asir las esencias y no descansar en las apariencias.
Fray Javier Álvarez de Eulate. Vidreiras, 1950.
Lucio Muñoz, Ábside, 1962. Merece la pena verse lo más grande posible, y contemplar.