jueves, 10 de marzo de 2011

POLÍTICA INDUSTRIAL EN EL SECTOR CULTURAL (EXPOSICIONES-MUSEOS)


Las últimas informaciones aparecidas en la prensa sobre las discrepancias entre el Ayuntamiento de Málaga y Programa Royal Collections en la constitución de Art Natura nos vuelve a poner sobre el tapete algunas características de la política industrial en el ámbito de la cultura que se da en la ciudad de Málaga.
Recopilo los datos conocidos para entender mejor el fenómeno: Programa Royal Collections es una Agrupación Europea de Interés Económico cuyo “objeto social es la creación de grandes colecciones y la realización de exposiciones sobre Gemología, Artes y Ciencias con las que desarrollar proyectos para Turismo Cultural, originales y del máximo nivel internacional”[1]. En 2006 el Ayuntamiento de Málaga firma un contrato con la empresa Programa Royal Collections para constituir Art Natura. Por este contrato Art Natura, o Art Natura Málaga (algunas fuentes utilizan esta denominación) desarrollará en una superficie de unos 20.000 metros cuadrados tres grandes exposiciones: la primera sobre piedras preciosas  en la que se expondrán más de 150.000 quilates; la segunda sobre Ciencias de la Tierra y la tercera sobre Ciencias de la Vida. El contrato tiene una vigencia de 10 años prorrogable por otros 10. Según la propia propaganda de Programa Royal Collections [2] estos servicios y sus detalles (Gemas de especial Exposición, Art & Gemas, Escultura Mediterránea, Tesoros de Gaudí, etc.) son ofertados a quien desee contratarlos y así alardea la empresa de hacerlo con diferentes entidades nacionales e internacionales. Deduzco de todo ello que parte de las colecciones son intermitentes y pueden no estar de forma permanente en territorio malagueño. Deduzco también que los tiempos de permanencia en Málaga de los componentes de la exposiciones los determina la empresa Programa Royal Collections y no el Ayuntamiento de mi ciudad, patrocinador de las mismas.
Por su parte, el Ayuntamiento de Málaga se compromete a aportar un espacio adecuado para albergar estas exposiciones temporales durante los diez años que dura el contrato. El Ayuntamiento ha acondicionado a tal fin la antigua fábrica de Tabacalera en la que ha invertido aproximadamente 30 millones de euros hasta el momento. Algunos de ellos son irrecuperables  en caso de rotura definitiva de contrato dado que el acondicionamiento del edificio se ha hecho satisfaciendo necesidades concretas y específicas de una exposición muy particular: la de gemas. Además el Ayuntamiento paga 1,2 millones de euros anualmente en concepto de canon. Esta cantidad se actualiza automáticamente con la desviación del IPC anual. La partida se completa por la exoneración del impuesto del IVA que asume el Ayuntamiento de Málaga. A estas cantidades hay que sumar el 93% de la recaudación por visitas. En contrapartida de ingresos el Ayuntamiento recibirá el 7% de la recaudación en taquilla para sufragar sus gastos. Un cálculo generoso de visitas, 300.000 anuales durante 10 años, con un precio de entrada de 5 € (el lector puede duplicarlo si quiere) nos da unos ingresos para el Ayuntamiento (7%) de 1.050.000€ en 10 años o de 105.00€ al año. Por lo que explica en su página web la empresa Programa Royal Collections está capacitada para aportar personal especializado de todo tipo para cualquiera de las actividades que se presentan en este tipo de organismo cultural. No sé si con facturación aparte o inclusa en el convenio suscrito.
En resumidas cuentas, el Ayuntamiento de Málaga ha alquilado un espectáculo cultural (la ausencia del sentido de permanencia no lo alejan del concepto que se tiene de museo o de ser servicio cultural) durante diez años, en la idea de que promueva un turismo de justifique la inversión. El planteamiento económico sigue siendo el gran referente. Los gestores municipales parecen estar muy convencidos de las bondades del sistema porque lo han aplicado en términos similares con el Museo Automovilístico de Málaga, el Museo Carmen Thyssen-Bornemisza y creo que con el Museo Revello de Toro. Son colecciones de particulares, expuestas por tiempo limitado, en edificios públicos adaptados a la nueva función (en algunos casos son verdaderas reconstrucciones totales), con dinero público.
Todas estas actuaciones son manifestaciones cada vez más avanzadas del proceso de externalización de funciones que llevan a cabo los diferentes organismos de la administración pública, en su intento de descargarse de los compromisos laborales que genera una plantilla de funcionarios más o menos amplia. El sentido empresarial domina todo y las actividades hasta hace muy poco públicas las realizan empresas de tipo público pero externas al organismo de las genera, o directamente se privatiza el servicio. El horizonte que se pretende alcanzar es el descenso de personal, y el consecuente ahorro, dependiente de los organismos públicos. El proceso de externalización de actividades lleva a contratar personal exterior al organismo que lo sufraga, e incluso, y es donde nos encontramos con la política cultural de la ciudad de Málaga, a inventarse la actividad y sus gestores, y pagar por ello durante un tiempo determinado.
Pero, siempre hay un pero, cuando esos propietarios y gestores terminen el período de alquiler, o no puedan subir los precios del préstamo por la razón que sea, o no hayan conseguido vender sus colecciones al precio que ellos determinen, se irán y ofrecerán su mercancía en otra parte a la búsqueda del mejor postor. Cuando eso ocurra, y en tiempos de vacas flacas siempre ocurre, ¿qué ha quedado de todas las inversiones en el territorio? ¿qué riqueza se ha generado? ¿quién se ha beneficiado?






Coloma Martín, I. Mis orígenes, 2011.
Las relaciones entre la Administración pública y cultura siempre son a largo plazo como los buenos amigos y los matrimonios de éxito..


[1] ART NATURA. Málaga, turismo cultural. Folleto. Ed. Art Natura, 2007.
[2] http://www.art-natura.es/

jueves, 3 de marzo de 2011

EL ESPÍRITU DEL ÉXTASIS

Ch. R. Sykes: El Espíritu del Éxtasis. Versión en Rolls Royce de 1985. Museo Automovilístico de Málaga.
El Espíritu del Éxtasis es el nombre del mascarón de proa (prefiero este nombre a mascota de automóvil) que identifica al automóvil más prestigiado del mundo, el Rolls Royce, desde hace un sigo. La apertura del Museo Automovilístico de Málaga, con seis unidades entre sus fondos, nos ha permitido ver con detalle esta graciosa figurilla, convertida en emblema de la marca.
La pieza es obra de Charles Robinson Sykes (1875-1950) escultor inglés que a principios del siglo XX hacía trabajos como ilustrador de catálogos de la marca Rolls Royce y para la revista The Car Illustrated. En estos primeros años tiempos del automóvil se puso de moda decorar los modelos más lujosos con figuras semejantes a los mascarones de proa que llevaban los ya desaparecidos grandes veleros (el tuneado actual de automóviles sería la última manifestación de este deseo de personalizar las máquinas de uso personal) que se instalaban en el tapón del radiador, y cuando este adquirió funcionalidades técnicas más específicas, en el frente del capó o encima de la calandra. En 1910, el editor de The Car Illustrated y amigo de Sykes, John Walter Edward Scott-Montagu le hace el encargo de una figura que personalice su nuevo Rolls Royce Silver Ghost. Hay que señalar que la marca RR aún no incluía mascarón en sus modelos.

Ch. R. Sykes: El susurro, 1910.  
  Ante el encargo de Lord Montagu, e intuyo que con su consentimiento, Charles Sykes optó por realizar una figura que resumía muchos de los intereses vitales de su amigo, a la sazón amante de su secretaria, Eleanor Velasco, desde 1902, y casado con Lady Cecil Victoria Constance por razones sociales. Sykes hizo una figura de cuerpo entero (foto nº 2) inspirada en la de Eleanor Velasco, que conjuntaba el destino de la pieza (con un vestido a modo de gran mantón de seda ceñido el cuerpo por la acción del viento), el presente de los protagonistas (la figura se lleva la mano a la boca solicitando el mantenimiento de la discreción) y un estilo artístico propio de las clases acomodadas más liberales como era el modernismo-decó. La figura fue denominada El susurro.

Ch. R. Sykes: El Espíritu del Éxtasis. Versión en Rolls Royce Silver Ghost, 1919. Museo Automovilístico de Málaga.
  Poco después, otros usuarios de Rolls Royce, comenzaron a solicitar piezas similares a la de Lord Montagu, y, lo que es peor, a ponerlas por su cuenta demostrando en ocasiones un gusto muy dudoso. El entonces director de Rolls Royce, Claude Johnson, encargó a Charles Sykes una pieza para incluirla como extra en los vehículos y satisfacer la demanda de sus clientes. Sykes aceptó el encargo y las condiciones (transmitir "el espíritu Rolls-Royce, a saber, velocidad con silencio, ausencia de vibraciones, la misteriosa conjunción de una gran energía con un bello organismo viviente de suprema armonía...") e incluso la insinuación de que se pareciera a la Victoria de Samotracia. Sin embargo Sykes no siguió esta insinuación al pie de la letra y prefirió desarrollar la figura de Eleanor Velasco que había utilizado para El susurro. Siguió con el tema de los “paños mojados” y el cuerpo femenino como proa que corta el viento dejando tras de sí inmensos pliegues de tela, convertidos en verdaderas alas de mariposa (otro tema modernista-decó) que recuerdan la Niké por el esquema compositivo pero se alejan irremediablemente de ella por el tratamiento frágil, curvilíneo, y adaptado de la figura. En la visión frontal también se aleja del modelo del Louvre y solo en la versión de 1985 (ya adaptada por los responsables de la marca y no por Sykes fallecido en 1950, foto 7) hay un cierto parecido a pesar de la desproporcionada cabeza.

Ch. R. Sykes: El Espíritu del Éxtasis (de rodillas). Versión en Rolls Royce Phanton III 1936. Museo Automovilístico de Málaga.
  Charles Robinson Sykes primero denominó a su figura El Espíritu de la Velocidad y más tarde El Espíritu del Éxtasis ("Una elegante y pequeña diosa, el Espíritu del Éxtasis, que ha elegido el viaje por la carretera como su delicia suprema y se asentó en la proa de un Rolls-Royce para revelar la frescura del aire y el sonido musical de sus revoloteantes vestimentas"). Fue adoptado como emblema de la marca en febrero de 1911 ofertándose como extra hasta 1920, año en el que ya se incluía de serie porque ningún cliente quería prescindir de semejante adorno.
Por necesidades técnicas, mejoras de seguridad, visibilidad y adaptación a la aerodinámica, y a las distintas carrocerías de Rolls Royce El Espíritu del Éxtasis ha tenido diferentes versiones: una  arrodillada y otras más pequeñas. Algunas que se encuentran en el Museo Automovilístico de Málaga se muestran en las fotografías.

Ch. R. Sykes: El Espíritu del Éxtasis. Visión frontal. Versiones en Rolls Royce de 1936 y de 1985. Museo Automovilístico de Málaga.

La imagen de El susurro ha sido tomada de http://blog.szauto.es/category/otros/